25 años de la Galería Juana de Aizpuru

Juana de Aizpuru, 1992. Foto: ABC de las Artes

 «Me molesta que me tomen por una starlette; soy una intelectual»
Tal día como hoy, hace 25 años, Juana de Aizpuru, fundadora de ARCO, abría en Sevilla su primera galería de arte contemporáneo.

«Quiero morirme como Juana Mordó, con las botas puestas. Me gustaría estar trabajando, como ella, hasta el final. Su historia fue verdaderamente ejemplar. Estábamos en ARCO, ya sabe que éramos unas amigas inseparables, cuando dijo: "Me he debido de dar un golpe porque me duele por aquí". La examinaron allí mismo y le dijeron que se trataba de una angina de pecho. Sin mediar palabra, la cogimos como si fuera en la sillita de la reina, la metimos en una ambulancia y la llevamos a un hospital. Murió tres días después».

 

Juana de Aizpuru va, conscientemente, por el mismo camino. Convaleciente todavía de una operación a la que fue sometida el pasado mes de julio, la galerista, que hoy celebra sus bodas de plata con la profesión, mantiene el mismo espíritu que tenía en 1970, cuando en medio de una España convulsa se le ocurrió abrir, en el corazón de Sevilla, una galería de arte contemporáneo.

La galerista inauguró su primera sala gracias a un préstamo de 500.000 pesetas que le concedió el Banco Coca. Trece años después, en 1983, abrió la segunda, en esta ocasión en Madrid. A lo largo de estos 25 años, la galerista vallisoletana ha logrado, que no es poco, mantenerse en la cresta de la ola, algo que a Aizpuru no le ha resultado, según dice, difícil. «No hay que hacer grandes maravillas; el secreto está en hacer bien las cosas de cada día».

«A nivel artístico cada uno tiene sus gustos. En esta profesión nadie puede decir que tiene un maestro. A mí siempre me ha gustado el romanticismo y el entusiasmo de Juana Mordó. Eso no quiere decir que el galerista se tenga que olvidar de que esto también es un negocio». A Juana de Aizpuru le gustan las cosas claras. Sólo se anda con rodeos cuando uno le pide que se defina, algo que hace después de rebuscar las palabras exactas: «Es muy difícil retratarse a una misma. Supongo que la gente me ve de forma muy distinta a como me veo yo. Creo que soy una persona… ¡emprendedora! Pienso que venimos a este mundo para cumplir una misión. Lo que tú no hagas nadie lo va a hacer por tí y eso es una enorme responsabilidad… Soy, eso es, muy responsable y muy seria. Sé lo que quiero. Creo que entre mi corazón y mi cabeza existe una gran armonía. No soy ninguna visionaria, pero veo las cosas muy claras. Creo que sólo he dicho virtudes… ¿no le parece?».

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN.- Intentar averiguar la fecha de nacimiento de Juana de Aizpuru supone una dura tarea. Sus colaboradoras aseguran, con cierto sarcasmo, que «es un misterio». Ella, la propia Juana, se define a sí misma como una «cincuentona» sin entrar en más detalles. «¡Qué importancia tiene la edad!». Fotografiarla, intentar inmortalizarla en estado natural, es otra aventura. «Podían haber avisado. Les pido, por favor, que no me hagan fotos raras. Me molesta que me tomen por una starlette; ¡soy una intelectual!». Dicho por otra colega podría chirriar; en ella, sin embargo, todo es natural. Su forma de hablar, de moverse e incluso de peinarse forman ya parte de la historia del arte español contemporáneo.

Cuando abrió su galería en Sevilla, Juana de Aizpuru se propuso como meta llevar a la capital andaluza «lo último» del arte nacional e internacional y promover a los artistas sevillanos «fuera y dentro de casa». La obra de Rauschenberg, Stella y Hamilton, entre los extranjeros, y la de Gerardo Delgado, Juan Suárez, Gordillo y Carmen Lafont, entre los españoles, empezó a desfilar por su sala. Sus antiguas amigas, algunas mujeres de militares, pensaron que Juana se había vuelto definitivamente loca. «A mí me encanta Sevilla, pero sabía que el arte era universal y no podía quedarme allí sentada esperando que el presente pasara por delante de mis narices y se me escapara. Esta ciudad, por otro lado, ha renunciado voluntariamente a vivir el presente; los sevillanos prefieren vivir su pasado».

Cuando la crisis ha dado la puntilla a más de una galería, Juana de Aizpuru sigue al pie del cañón, a costa, muchas veces, de perder dinero y de haber renunciado a tener una vida privada. La suya, dice, es una raza aparte: «La gente de mi generación, los cincuentones, somos una generación privilegiada. Hemos vivido con intensidad; nos hemos criado en la dureza de la posguerra y estamos acostumbrados a pasar por casi todo. Tenemos un pasado duro y eso hace que el presente y el futuro, los cincuentones todavía tenemos futuro, lo afrontemos sin miedo. A estas alturas de mi vida he aprendido a resolver todo tipo de problemas, desde los económicos hasta los más personales».

LA CREACION DE ARCO.- Uno de los proyectos más importantes puesto en marcha por Juana de Aizpuru a lo largo de estos últimos 25 años fue la creación de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo ARCO, que dirigió entre 1982 y 1986. «Desde que empecé a visitar ferias en el extranjero me di cuenta de que las galerías españolas necesitaban su propia feria para no perder el tren y quedarse aisladas aquí con sus artistas. Se lo propuse al presidente de Ifema y creamos el embrión de lo que hoy es ARCO».

Aunque no guarda rencor a nadie por las «zancadillas» que le pusieron para que dejara la dirección de la feria, Aizpuru sentencia «que le cuesta olvidar lo que le hicieron determinadas personas». Tras la tormenta, la galerista reflexiona y explica con su personal tono de voz: «La verdad es que nunca pensé pasar a la posteridad como ferianta. Dése cuenta que con dos galerías y siendo, como era por aquel entonces, presidenta de la Sociedad Española de Animales y Plantas y de ARCO, yo vivía al borde del ataque de nervios. Había muchas noches que ni dormía; menos mal que soy muy fuerte y lo aguanto todo, incluso las traiciones».

Cuando sus artistas, sus artistas de siempre y los nuevos fichajes se reúnan hoy con Juana de Aizpuru en Sevilla, la galerista formulará un deseo: «Seguir teniendo clarividencia para descubrir artistas».

MADRID.

http://www.elmundo.es / RAFAEL SIERRA

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