¿Cabe tanto museo de autor?

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El anuncio de cierre del Chillida-Leku dispara los interrogantes sobre el modelo de gestión del arte – Los expertos abogan por ensayar fórmulas mixtas público-privadas.
El Museo Chillida-Leku colgaba el miércoles el cartel de cerrado. No por vacaciones, ni por reformas, sino por déficit económico. La noticia no generó sorpresa pero sí tristeza, no solo en el mundo de la cultura, que mira de reojo y con temor sus cuentas, sino en gran parte de la sociedad que ve en los hierros oxidados del escultor vasco Eduardo Chillida, uno de los artistas más importantes del siglo XX, valores de universalidad y autenticidad. El cierre de un museo genera inquietud, pero, además, plantea interrogantes en torno al modelo de gestión más adecuado y la búsqueda de alternativas en época de crisis. La explosión de museos de autor de los últimos años se ve así cuestionada y algunos expertos abogan por concentrar las colecciones en los grandes recintos.

El arte contemporáneo está de luto. Expectante con el destino final de la "utopía" del escultor vasco de mantener en San Sebastián, donde nació, "un espacio vivo, de encuentro de las artes abierto al mundo". Expectante de ver cómo las instituciones rescatan un proyecto gestionado exclusivamente con patrimonio familiar que espera un bypass económico que le saque del déficit acumulado estimado en 2009 de más de 500.000 euros. Expectante por si mañana cae otro museo. Expectante por ver qué fórmulas se encuentran para encarar el futuro de los museos.

Pero no existen únicas fórmulas de gestión. Según los juristas, se trata de ahondar en formas que aúnan lo público y lo privado. Los museos públicos tienen sus propias directrices que van evolucionando hacia una mayor autonomía aunque tampoco son ajenos a recortes presupuestarios. Es el caso del Museo Reina Sofía, a quien el Gobierno le ha concedido este año en su 20º aniversario una ley que le dará más libertad de gestión; el Thyssen-Bornemisza, es pionero en la gestión privada de fondos públicos; el Museo del Prado, lleva tiempo manejando sus fondos con mayor autonomía y el Museo Guggenheim de Bilbao, obtiene de las aportaciones privadas, aproximadamente, un 25% de su presupuesto anual.

En el caso del cierre del Museo Chillida-Leku, donde las instituciones públicas pueden jugar un papel relevante, se plantea cuál es límite entre la participación de lo público y la intervención o la supervisión de la gestión del museo. "La Ley de Fundaciones y Mecenazgo podría ser manifiestamente mejorable para posibilitar y flexibilizar los acuerdos entre lo público y lo privado en las fundaciones. Es importante diferenciar entre el control de las instituciones y la profesionalidad de la gestión", explica el abogado Alberto Ferreiro experto en temas patrimonios.

La Fundación Toni Tàpies, un museo de autor como el de Miró, Guerrero u Oteiza, sigue con atención los pasos que pueda dar la familia Chillida para garantizar la supervivencia de Chillida-Leku. El modelo de gestión del museo del artista catalán (Barcelona, 1923) creado hace veinte años, es una de las alternativas que podría seguir Chillida-Leku.

Financiado en un 45% por las instituciones, un 30% por la familia y el resto con la explotación del museo, el reto de la Fundación Tàpies es prescindir de la financiación de la familia, que según la dirección se "puede volver insostenible" y sobrevivir con la financiación pública y la explotación propia. "Hoy por hoy es un reto ambicioso. Pero la clave está en poder generar unos ingresos suficientes para garantizar la autonomía y mantener el carácter privado. Tener autonomía de gestión y decisión, sobre todo, en el ámbito más artístico. Cuando dependes del dinero público es lógico que las instituciones intervengan en la gestión económica y es saludable e inevitable, pero es importante que los centros dispongan de la mayor autonomía posible", señala Guillem Peiró, gerente de la fundación.

Al borde del parte de defunción se encuentra el Centro José Guerrero de Granada, donde las discrepancias en cuanto a la gestión de la fundación, entre la familia del artista y la Administración pública ha provocado que la familia haya retirado las obras de la fundación. La familia de José Guerrero (Granada 1914-Barcelona 1991), uno de los pintores abstractos más importantes de su generación, quiere que el museo se articule bajo las directrices del documento de buenas prácticas suscrito hace cuatro años por todo el sector artístico con el apoyo del Ministerio de Cultura para garantizar, entre otras cuestiones, la despolitización de los museos.

Para las voces críticas con el panorama actual del arte contemporáneo es una cuestión de modernizar las estructuras de los museos. Desde la Asociación Española de Directores de Museos y Centros de Arte Contemporáneo de España se pide una mayor autonomía en la gestión de los centros, donde el porcentaje de técnicos y expertos artísticos en los Patronatos garantice, junto con la presencia de representantes institucionales, una estructura jurídica autónoma. "Es verdad, que en la actualidad muy pocas administraciones sacan las plazas de directores si no es por concurso pero luchamos para tener fundaciones más independientes en España. La Administración hace mucha resistencia a la autonomía de las instituciones culturales", señala un miembro de la asociación.

Entre tanto déficit artístico surge la Fundación Gala-Dalí como uno de los centros más rentables, convirtiéndose en la primera institución de gestión privada de España en número de visitantes y la tercera solo por detrás del Prado y el Reina Sofía. Durante 2009, los centros de la Fundación recibieron más de 1.200.000 visitas, a pesar de descender un 3,4% por la crisis. La fundación del genio del surrealismo (Figueras, 1914- 1989) no recibe ayudas públicas y se jacta de mantener su independencia de cualquier instancia política y de sobrevivir con los ingresos de la venta de entradas, la venta de recuerdos, los ingresos de los derechos de propiedad y las cuotas de los amigos del museo. La fundación ingresó más de 13 millones de euros en 2009 y cuenta con un excedente de más de cuatro millones.

El escultor Jorge Oteiza (Orio 1908-San Sebastián 2003), contemporáneo de Eduardo Chillida, dejó bien hilado su legado artístico que donó al pueblo de Navarra para desvincularlo de una representación política. La fundación, privada pero financiada por el Gobierno navarro, está formada por un patronato donde hay representación institucional y miembros escogidos por el propio Oteiza.

Para el director del Museo Oteiza, Gregorio Díaz Ereño, los museos de autor, que proliferan, y generan otro debate entorno a que grado de relevancia debe de tener un artista para abrir un museo monográfico, tienen una gran importancia y valor porque permiten a través de exposiciones permanentes mantener un diálogo entre el artista y el público. "No se trata de que todo gire entorno a exposiciones permanentes sino también temporales con distintas lecturas y que confiera al museo una movilidad", aclara Díaz Ereño. Y añade: "Pero lo más importante es que hay que cambiar la mentalidad en relación a la cultura. Cuando se habla de presupuestos la mayoría de las veces se habla de subvenciones, pero no es solamente eso, hay que ver la cultura como un elemento de inversión igual que con la educación. La propia palabra inversión es un estímulo e incita a los gestores y a la sociedad a verlo con otros criterios".

Si este artículo comienza hablando de defunciones y nubarrones en el horizonte, el testimonio de Helga de Alvear otorga como colofón un gesto sin límites de generosidad artística. La donación por parte de coleccionista y galerista afincada en España desde hace 53 años de origen alemán de 2.500 obras al Gobierno de Extremadura, en lo que está considerada como una de las mejores colecciones privadas de Europa, es un ejemplo en los tiempos que corren. Alvear cree que es difícil de manejar un modelo de gestión intermedio: "O todo público o todo privado".

Después de tantear a muchos centros como Tabakalera en San Sebastián, Artium en Vitoria o el Museo Marco de Vigo, sin fructificar ningún acuerdo, la galerista acordó ceder su colección a la Casa Grande de Cáceres, actualmente en obras que se alargarán probablemente hasta 2014, con la obsesión de no dividirla. "Dono las obras a cambio de nada, si no me las voy a poder llevar. El valor no tiene importancia ninguna. El arte no se entiende como una prioridad pero es vital para la existencia", exclama.

 

Los centros monográficos más representativos

Fundación Antoni Tàpies.. Es una inicitiva del artista que tiene carácter privado y se gestiona básicamente con la aportación de la familia, patrocinios y subvenciones. Hay sendos representantes de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona en el patronato.

Centro José Guerrero. Hasta ahora ha funcionado con un contrato de comodato por el que la familia cedía la obra a la Diputación sin contraprestación económica.

Fundación Joan Miró.. Es privada y comenzó a funcionar con la aportación personal del artista, que incluso legó obra para que pudiera venderse si hacía falta en el futuro. Se gestiona con aproximadamente un 70% de ingresos propios y el resto de subvenciones.

Museo Jorge Oteiza.. Como museo es una fundación privada, pero el escultor guipuzcoano cedió al pueblo de Navarra su legado y se financia con dinero del Gobierno navarro.

 

Isabel Landa  04/12/2010

http://www.elpais.com/

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