Enrique Valdivieso. Entrevista

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Enrique Valdivieso: «Sevilla es la única ciudad con una escuela de pintura desde el medievo al presente»

SEVILLA. Enrique Valdivieso disfruta de un soleado y amplio despacho en la Universidad, pero también austero; un rasgo de carácter asociado a los castellanos, que en este vallisoletano emigrado hace años a Sevilla se deja notar en una dicción propia de uno de esos profesores exigentes, consigo mismo y el alumnado. Ahora publica la tercera edición de su canónica «Historia de la Pintura Sevillana» (Guadalquivir Ediciones), un verdadero hilo de Ariadna para adentrarse en el laberinto que suponen 7 siglos de creación pictórica.

-Cuando se publicó su «Historia de la pintura sevillana» no había ninguna obra que sistematizara este corpus creativo de la ciudad.

-August L. Mayer había escrito 75 años antes «Die Sevillaner Malerschule», pero, evidentemente, era un libro que estaba en alemán y absolutamente superado. El propósito de la obra era resumir lo que se sabía sobre pintura sevillana hasta 1985, que fue cuando se terminó de escribir la obra.

-¿Cuáles son los cambios principales de esta tercera edición?

-La estructura es la misma, únicamente he añadido datos nuevos sobre vidas y obras de artistas. La primera edición se publicó en 1986, después hice una segunda reedición en 1992, pero no tocó el libro, salió tal cual estaba, a excepción de unas erratas de bulto que se modificaron. En la tercera edición ya no es el mismo libro: hay más páginas, más fotos, nuevos datos sobre artistas que han publicado otros colegas y yo mismo durante estos años, y evidentemente, un incremento muy notable de lo que sabíamos entonces y lo que sabemos ahora.

-Además ha incluido datos que han hecho cambiar sustancialmente el perfil biográfico que se tenía de algunos artistas.

-Cuando Juan Miguel Serrera y yo hicimos un libro sobre la pintura sevillana del primer tercio del siglo XVII, confundimos la personalidad de Juan de Uceda con la de Jerónimo Ramírez. Pero, años después, cuando bajamos para la exposición de Velázquez un cuadro que había en la Iglesia de San Lorenzo donde apareció la firma de Jerónimo Ramírez, nos demostró lo que intuíamos desde hacía mucho tiempo: que ese cuadro atribuído a Juan de Uceda era de Jerónimo Ramírez. Por lo que hubo que retirar de las obras de Juan de Uceda, todas las que eran de Jerónimo Ramírez y construir el catálogo de este último que ahora aparece completamente diferenciado.

-Además, se han incluido en la obra otros pintores de los que antes apenas se conocían obras.

-Había pintores sobre los que teníamos referencias documentales, pero que no teníamos obras, concretamente, el caso de Miguel Güelles. Un artista de quien teníamos muchos datos que acreditaban un trabajo muy intenso en Sevilla durante los primeros años del siglo XVII pero no se conservaba ni una sola obra suya. Un profesor de Perú trabajó un documento que se publicó en Sevilla hace muchos años que afirmaba que Miguel Güelles había pintado obras para los Dominicos de Lima y, efectivamente, en aquel convento, hay una «Vida de Santo Domingo» que es una obra suya y a través del estilo que presenta podemos ahora estudiar su personalidad. Y así, otros.

-Cómo se iban asimilando y, después, se reflejaban hacia América las diferentes corrientes pictóricas.

-Sevilla era un lugar de tránsito donde confluía todo en los siglos XVI y XVII. Eso fue por el puerto con América, que hacía que vinieran artistas que o buscaban trabajo en la ciudad o querían embarcarse a las Indias, pero que permanecían un tiempo trabajando aquí. A ello hay que sumar que Sevilla tiene una escuela antiquísima. Desde que la ciudad fue conquistada por Fernando III ya hay una escuela de pintura que permanece hasta nuestros días. Pero lo importante es advertir que desde la Reconquista hasta la primera mitad del siglo XX hay un proceso creativo sin interrupción, naturalmente con cambios de mentalidad, de técnicas…, y, como consecuencia, con cambios del concepto y del espíritu de las imágenes. Pero es una ciudad, probablemente la única, que tiene una escuela desde el Medievo hasta el presente. Porque, otras como Valencia y Barcelona, tienen grandes lagunas en el Barroco, donde hay una pintura absolutamente insustanciosa, mientras que aquí es el momento de mayor gloria.

-¿Se aprecian rasgos comunes en toda esta evolución?

-Un gusto por lo delicado, lo refinado, lo íntimo, lo bello…, Sevilla es una ciudad que siempre ha tenido una estética de lo privado muy cuidadosa, muy teñida a veces de melancolía y de nostalgia. Cuando se ve una pintura se puede decir «ésta es sevillana», porque tiene una impronta que procede de toda una serie de sentimientos que la ciudad ha tenido a lo largo del tiempo.

-El Barroco marcó un antes y un después en la pintura sevillana.

-Sí, fue muy decisivo y tiene muchísima personalidad. El Barroco del siglo XVII fue una época esplendorosa desde el punto de vista creativo, sobre todo en su segunda mitad cuando viven Murillo y Valdés Leal.

-¿Y Velázquez?

-Bueno, marchó con veintitrés años a Madrid y dejó muy poca huella. Lo estudiamos en la historia de la pintura sevillana hasta 1723, año en que se marcha, y evidentemente hasta entonces era un revolucionario, un hombre que cambió por completo la idea de la pintura, al introducir como tema la vida cotidiana. Mientras que otros pintores pensaban que sólo la Inmaculada o el Dios Padre eran temas propios de ser pintados. Velázquez introdujo la vida cotidiana en la pintura de una forma verdaderamente excepcional.

-Su historia de la pintura sevillana acaba en la primera mitad del siglo XX, con Romero Ressendi.

-Sí, considero que es el último gran pintor de la historia de esta ciudad. Entonces se pierde el sentido tradicional, desde el punto de vista histórico, y hay señores que dicen que son muy célebres pero que pintan lo mismo que los señores del expresionismo abstracto en Nueva York y no tienen ningún interés para mí. El lenguaje pictórico ya ha sobrepasado el cauce que llevaba la historia de la pintura de esta ciudad y creo que tengo que terminarla. Otros podrán hacer la historia de la pintura sevillana en el tiempo moderno.

JESUS MORILLO.

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