Exposiciones Virtuales: VIII Exposición Grúas Lozano. 2006

Felipe Ortega

En los últimos cinco años hemos asistido a la recuperación de lo pictórico en el escenario internacional a través de exposiciones y proyectos de diverso tipo, y de impactantes operaciones de mercado.

En Sevilla sigue sorprendiendo, sin embargo, la persistencia de un gusto generalizado por la pintura, y con él la vitalidad y el talento de unos jóvenes artistas que garantizan la pujanza y tradición de un foco creativo que desde finales de los años cincuenta del pasado siglo no ha dejado de contribuir con importantes trayectorias individuales al escenario artístico nacional. Esta situación se combina con no pocas resistencias hacia los nuevos medios (medios que por otro lado tienen tras de sí ya una historia de treinta o cuarenta años), lo cual podría significar que a nivel local no se deba hablar ni de una recuperación ni de los peligros inminentes de muerte de la pintura, sino de todo lo contrario; ello no quita que cuando se habla de su difícil supervivencia ante el empuje de los llamados “nuevos” medios no se esté sino pretendiendo, en el fondo, garantizar la continua actualidad de ésta instalándola permanentemente en el centro del gusto colectivo. Y no es que le falten méritos, lo cual sería ocioso justificar aquí, sino que con estas dialécticas ficticias en mi opinión, quizá se estén solapando problemas de mayor calado. No creo que sea el menos importante de estos la desatención en general al arte contemporáneo en nuestra ciudad, si bien se dan dando situaciones recientes más favorables. Hay que señalar sobre todo por sus efectos a largo plazo, unos problemas que sitúo en un contexto social cada vez más hostil al conocimiento y a la educación —a nivel nacional—, y en lo más próximo a nosotros, en un anquilosado sistema de educación superior tanto en historia del arte como en bellas artes. Todo ello unido a una debilidad estructural del mercado y el coleccionismo porque todavía la compra de arte contemporáneo parece reportar escaso prestigio e influencia social a entidades y particulares.

La empresa Grúas Lozano lleva casi una década haciendo colección a través de sus premios. En sus fondos se encuentra fundamentalmente la producción pictórica de autores andaluces de la generación de los setenta y ochenta, una generación acostumbrada a viajar, formada e informada, que tanto participa en cursos y talleres como promociona su obra en certámenes y becas, y que sabe utilizar los canales institucionales disponibles pero a la vez es consciente de que no cabe esperar soluciones milagrosas de las instituciones, de que hay que inventar nuevas formas de organizar, producir y difundir el trabajo propio.

Tal vez durante la etapa de aprendizaje el medio pictórico se antoja como la vía de expresión más genuina de un mundo propio, de un mundo que ha de ser significante, aunque después andado el tiempo, como se puede apreciar en la trayectoria de muchos artistas jóvenes, se vuelvan los ojos a los años ochenta para admirar la simulación y el cálculo y así evitar quedar atrapados por un gozne estilístico en términos de autenticidad o coherencia; volver los ojos y contemplar el modo en que visualmente se articula lo banal para que el arte sea lo suficientemente revelador de un estado de cosas inaceptable.

Bien es cierto que al principio hay que concentrarse en el hallazgo de unas formas de originalidad a las que la pintura suministra la tensión emocional desde una peculiar materia que se hace eco de un cuerpo vivo todavía ansioso de significado, o que tal vez sufre las alucinaciones de la nostalgia de sentido. En esta tesitura pueden aparecer los discursos sobre la lealtad al medio más que a uno mismo (o a su resto) invalidando la independencia de criterio y el arrojo necesarios para hacer un arte aceptablemente bueno.

He de admitir, como apreciaremos en la obra de una parte de los artistas representados en esta muestra, que han existido y existen en Sevilla experiencias muy positivas de aprendizaje y de puesta en común de lo pictórico, proyectos colectivos de exposiciones (Sobre el Cubismo, La sección áurea…) y talleres que han contribuido especialmente a articular ciertos grupos de afinidad. Entre estas experiencias destacan las dedicadas al paisaje y modernidad. Y en efecto, ante la transparencia de la sociedad del espectáculo, el paisaje proporciona unas situaciones de carácter introspectivo que conjugan lo subjetivo de modo intimista extrayendo una imagen singular de un entorno conocido, y si se me permite hacer uso de una opinión de Proust sobre la fotografía, de la estética del natural resulta un proceso que obliga a dar con una imagen que nos hace salir de nuestros hábitos, haciéndonos entrar al mismo tiempo en nosotros mismos, recordándonos una impresión.

El trabajo de la ganadora de esta VIII edición, Ruth Morán, se había desenvuelto en estos ámbitos, apoyándose en la memoria del natural más bien en clave neoexpresionista por medio de manchas de color, en una dirección que veremos igualmente representada en la muestra. Ahora, en cambio, su Tejido horizonte VI deja tras de sí su contundencia cromática anterior para evocar el misterio de unas sombras evanescentes sobre la que pende una sutil trama de líneas. Contundencia cromática que persiste en el cuadro de Francisco Sola, de empastes generosos y ácidas armonías en el que aborda la práctica de la abstracción como caudal de experiencias ante la tela; abstracción que se combina con los ritmos ornamentales casi de naturaleza caligráfica en el trabajo de Ming, sólo que se trata de un dibujo de sombras de carácter denso, al tacto, entre capas y transparencias que fueran campos de experiencias sucesivas. Una combinación entre lo abstracto y lo figurativo que vemos desarrollarse en la pieza de José Vicente Losada también con alusiones caligráficas, y que en el trabajo de Cristina Hidalgo se resuelve en una superficie acuosa, metáfora de la superficie moldeable de la pintura misma, de sus densidades y de la profundidad que determina unas ondas de aspecto psicotrópico. Si en estas dos últimas piezas la combinación abstractofigurativo deriva hacia cierto lirismo, en Pink Noise, de Antonio Godoy, la combinación nos conduce hacia el terreno de lo deforme, pues se trata de un monumento de formas amontonadas. El sonido rosa es el del frotamiento de vísceras, el de lo extraño e insólito. Nada más alejado este sonido de la pauta rigurosa de Miguel Ángel Rodríguez Silva, para quien la abstracción es indagación analítica sobre la relación entre línea, plano y negación de color. En sus Traslaciones: interior nº 2, donde la formulación geométrica se hace depuración formal y experiencia introspectiva, un orden y un equilibrio espaciales herencia del espíritu de las vanguardias, de un orden y equilibrio utópico pretendido para la vida social.

Entre la experiencia del paisaje natural y la de la ciudad suelen abrirse territorios de nadie en los solares abandonados y baldíos que cambian constantemente de emplazamiento en el perímetro urbano, paisajes de derribos y ruinas convertidos en territorios privilegiados para la fotografía actual, escenarios alegóricos en torno a los límites imprecisos de lo civilizatorio. Imprecisión y fracaso de aquella legibilidad utópica de la vida social. Ahora las paredes de nuestras ciudades exportan a los cuadros unos signos ofuscados y ansiosos de notoriedad. Agresivos y estruendosos frente a un arte hedonista enfrascado demasiado tiempo en el modo en el que el arte imita al arte. En esta otra estética de lo urbano se muestra una poética de la calle hecha de amalgamas pero no de reconciliaciones, ruidosa y agresiva. En el coche de Rorro Borjano se hallan los signos de una arte lleno de ruidos, estridente, que se siente heredero de la iconografía de los 60, con chica, coche y tatuaje. Música a todo trapo en Rorro y homenaje nostálgico a la cultura musical del disco de vinilo en el lienzo de Rafael Guerrero, disco al que hace un monumento armado con mobiliario barato sobre un paisaje nevado donde lo banal se combina irónicamente con lo sublime. ¿Hemos de mencionar en este momento lo kitsch? Es decir, entendido éste como la manera de artistizar las experiencias más básicas de la vida cotidiana. En el caso de Rodrigo Martín Freire, artistizando aquella herencia pop, incluidos los restos de lo “marginal” (si es posible un “resto” entre tanta transparencia actual), en los rasgos de una estética street, de los remixes visuales de lo psicodélico y lo digital; los posters y los adhesivos con la imagen de los diseños gráficos interactivos. En el Divaneo sentimental de Manuela Bascón, lo kitsch es de un interior doméstico levemente irónico para los objetos cotidianos —casi ridículamente hermoseados— que apoltronan y que hacen sentirnos cautivos.

Sobre aquel sustrato visual de acumulación y contaminación se desarrolla la pintura de Eugenio Antonio Heredia, solo que el tema es perturbadoramente infantil, es decir, plantea cómo es posible relatar los cuentos de otro modo, con otra historia y otro sentido, alterando la iconografía tradicional; a lo que se aplica desde otras bases estéticas Rodrigo Tavera: entre la tradición figurativa mejicana y centroeuropea de entreguerras, en entonaciones sombrías y elocuente dibujo, el autor se inspira en el cuento de los músicos de Bremen para erigir un tétrico castellet sobre el hambre.

Este lienzo nos sitúa en la dificultad de la representación de la figura humana en la pintura actual; figura que otros medios convierten en temas del cuerpo y de la identidad. Figuras reducidas a fragmentos. En el trabajo de Francisco José Carrasco se muestra el espectáculo de unos guantes de goma rosa a modo de máscaras sobre la expresividad de las formas de la mano —connotaciones de género incluidas—; expresividad ausente que remite en el políptico de Eduardo Martínez Pérez a unas prótesis que amplifican los registros del rostro hacia a lo tecnológico más que a lo íntimo, es decir, a lo tecnológico como índice de un mundo interior; mundo interior que se asoma no obstante entre la maraña ornamental de otro políptico, el de Felipe Ortega Regalado y su Retrato de familia, solo que ahora la identidad que está en juego es la compartida por una red de repeticiones y simbiosis, como hace la pintura misma.

Concluimos ahora un recorrido que no es sino una propuesta de lectura para el visitante, en la que hemos preferido prescindir de referencias e influjos, de la relación de miradas cruzadas que todo artista proyecta sobre una tradición tan viva como la pictórica, y así mismo he querido prescindir de los recuentos estilísticos.

El recorrido que hizo el jurado entre casi el centenar y medio de piezas presentadas al premio fue concienzudo, y el proceso de selección riguroso a pesar de que se partiera de una única obra. En las seleccionadas se valoró tanto las aportaciones formales como las conceptuales. Durante este proceso el jurado fue especialmente consciente del prestigio logrado por el Certamen de Pintura Grúas Lozano, del respeto que merecen todos los artistas presentados y de que la exposición resultante reuniera las condiciones que igualmente merecen los trabajos finalistas.

Francisco del Río

Exposiciones Virtuales: VIII Exposición Grúas Lozano

www.cajasanfernando.es


VIII CERTAMEN DE PINTURA GRÚAS LOZANO

Hasta el 10 de Diciembre de 2006.

SALA CAJA SAN FERNANDO
C/ Imagen, 2.
SEVILLA

Horario: de lunes a sábado, de 11,00 a 14,00 h. y de 17,00 a 20,30 h.; domingos y festivos, de 11,00 a 14,00 h.


Acerca de esta exposición :
 
  
CAJA SAN FERNANDO
Presidente
Luis Pascual Navarrete Mora

Director General
José María Ramírez Loma

Director del Gabinete de Presidencia
José Ramón Antúnez Castillo

Director de Obra Social
y Relaciones Institucionales
Emilio Aragón Prián

Director de Comunicación
Francisco Javier Oliver Jiménez

Director de Relaciones Publicas
José Soto Ríos 
 
OBRA CULTURAL CAJA SAN FERNANDO
Director
José Manuel Amores García

Asesor de Exposiciones y Patrimonio
Francisco del Río García

Coordinación
Área de exposiciones, Marta I. Puerta Álvarez
Área de música, Elena Balbuena Caravaca
Área social, M. Carmen Márquez Montes

Responsable Área Socio-económica
Silvia Padrón Pérez

Administración
Carlos Carlos Vázquez
Ignacio José Gordillo Cañas

Secretaría
Área Insticucional: Rosa Vázquez Sánchez
Obra Social: Julia Candela Guerra
 
 
 

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