Matías Sánchez «SEPELIOS». Galeria Rafael Pérez Hernando

Matías Sánchez

Matías Sánchez tiene las cosas muy claras, sabe lo que le gusta y lo que no, su mente preclara y sus sentidos perciben lo que late a su alrededor. Reconoce que la “calle” y la “tele” son ámbitos de los que saca muchas ideas para su pintura. “Estamos habituados de alguna manera a todo tipo de información, pero nos choca ver eso mismo plasmado en un lienzo”, afirma.

Matías nació en una ciudad pequeña de Alemania (Tübingen 1972), hijo único de padres emigrantes, residió allí apenas catorce meses hasta que se trasladaron a Andalucía. Su padre (niño de la posguerra española) pintor de espíritu, no pudo en aquella época desarrollar su verdadera vocación, “la pintura”, y de algún modo fue transmitiéndosela a su hijo. Matías es el reflejo del alma de su padre, de él todo lo aprendió: la base, la técnica, el conocimiento y el crecimiento personal a través del trabajo. Su padre sacó una fotografía de Matías cuando solo contaba con un mes de edad sosteniendo un pincel más grande que él. Ya despuntaba el futuro del niño.
El tema de conversación en el hogar familiar no eran ni chismes ni banalidades, “Hablábamos de pintura, siempre sobre pintura”, comenta Matías.

A los once años tiene su primera exposición colectiva en Ayamonte (Huelva).El estilo expresionista de los inicios empieza a cambiar de rumbo cuando conoce más a fondo al pintor José Bento, un amigo bien allegado de la familia con el que Matías aprenderá mucho y quien le influirá del mismo modo.
A partir de entonces, comenzará a chupar como una esponja, (él bien lo dice) de diferentes fuentes: el expresionismo Alemán, la Pintura medieval, el Barroco andaluz, los pintores flamencos (en especial del pintor valenciano Joan Reixach).

Matías Sánchez

Su pintura en esencia carnavalesca de 1999 ha evolucionado hasta lo que es ahora, más social y cotidiana, figurativa y expresionista. No obstante aún persisten esos resquicios de lo que fue.

Ha vivido en Isla Cristina, Madrid y actualmente reside en Sevilla. Habla de esta ciudad como de un lugar “donde se vive bien”, “hay calidad de vida y es económicamente asequible”, “aquí puedo pintar tranquilamente”, “estoy a gusto, me gusta el barroco y Sevilla lo tiene”.

La pintura andaluza está atravesando una etapa de gran vitalidad, muchos artistas jóvenes desarrollan allí su labor. El trabajo de Matías representa los mártires contemporáneos, personajes corrientes en situaciones comunes: sufrimientos cotidianos. Pese a lo impactante de su temática, él insiste en la importancia de los valores puramente pictóricos: línea, color y composición son los auténticos protagonistas de sus lienzos.

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