Santiago Ydáñez: Lo Real hecho Sagrado, en Chirivella Soriano

La presente exposición, dedicada al artista Santiago Ydáñez, surge de la intención, por una parte, de realizar una revisión que permita dilucidar nuevos puntos de vista sobre su trabajo y, sobre todo, de plantear nuevas líneas de conexión entre las distintas obras realizadas a lo largo de estas dos últimas décadas: Obras de gran formato, visiones de rostros, humanos y animales, santos y cuerpos destripados. Una obra pictórica en que nos plantea la cuestión de la autorrepresentación, del autorretrato y de la construcción del personaje

Qué pretendemos con esta exposición

La Fundación Chirivella Soriano se creó con el objetivo de proporcionar nuevas visiones del arte contemporáneo español, con un espacio destinado a la exhibición de su colección privada de pintura española, pero también haciendo especial hincapié en la realización de exposiciones dedicadas a artistas que han desarrollado o vienen desarrollando su trabajo en la ciudad de Valencia. De hecho, Ydañez vivió en Valencia a principios de la actual década y tuvo su galerista en esta ciudad

Esta iniciativa se ha ido consolidando tras una serie de exposiciones que se han llevado a cabo en estos tres últimos años y que nos han acercado a la obra de Chema López, Carolina Ferrer, Álex Francés o con Del analógico al digital, a la utilización  del soporte audiovisual en Valencia.

La presente exposición, dedicada al artista Santiago Ydáñez, surge de la intención, por una parte, de realizar una revisión que permita dilucidar nuevos puntos de vista sobre su trabajo y, sobre todo, de plantear nuevas líneas de conexión entre las distintas obras realizadas a lo largo de estas dos últimas décadas: Obras de gran formato, visiones de rostros, humanos y animales, santos y cuerpos destripados. Una obra pictórica en que nos plantea la cuestión de la autorrepresentación, del autorretrato y de la construcción del personaje.

La exposición ocupa las tres plantas de la Fundación Chirivella Soriano con un total de 36 obras, que perfilan una mirada en perspectiva a una carrera consolidada en el ámbito internacional, la de Santiago Ydáñez, haciendo especial hincapié a los rostros, a las caras de la cara.

 

Como define Ydáñez su obra

“Me interesa mucho relacionar la evolución humana con el imaginario religioso. Gran parte de mi obra es autoreferencial: fui durante cinco años monaguillo completamente ateo. Me lo pasaba en grande, disfrutaba realmente al entrar en la iglesia y encontrarme con los santos y toda la iconografía religiosa. Me encantaba ver allí congregada a la gente creyente aunque yo no tuviera esas creencias. Hay una potencia indescriptible en la experiencia ritual, en esos momentos de vivencia apasionada”.

La unión de diferentes espiritualidades, al igual que diferentes, al igual que diferentes animalidades, es el referente del trabajo de Ydáñez. Uniendo imágenes de corte religioso con otras de la naturaleza, principalmente faunísticas. Rostros humanos con gesto de ausencia mística o de potente presencia romántica comparten espacio con escenas, sacadas de Museos de Historia Natural. El arte sacro, el romanticismo y la maestría del taxidermista se saluden. Algunas piezas con marcado aire decorativo, alguna naturaleza muerta, alguna pieza de taxidermia. Todo relacionando esas dos espiritualidades antes mencionadas con un hal entre palaciego o de museo.

“Me atraen los rostros y también el enmascaramiento. Yo casi siempre trabajo sobre sentimientos muy esenciales que pueden compartir un animal y un humano. A nivel visceral somos idénticos. Busco una suerte de sentimiento de ausencia casi mística, cercano a la sublimidad romántica aunque marcado por una agresividad mayor. Nunca intento plasmar un único sentimiento, sino que pinto sentimientos lo suficientemente amplios para que puedan sugerir distintas cosas. Por otro lado, como tú mismo señalas, me interesan asuntos variados y no únicamente el semblante, por ejemplo, la iconografía religiosa en general, el arte barroco, los motivos que tienen que ver con la infancia o las imágenes de animales”.

Texto / Manuel Chirivella, presidente de la Fundación Chirivella Soriano

Durante varios siglos el cuerpo humano, como objeto de estudio o representación, ha mantenido la atención de científicos, filósofos y artistas. Desde los primeros trabajos anatómicos (Vesalio,Da Vinci) hasta la “performance” en el arte moderno (Orlan, Stelarc), el ojo ha fijado en lo corpóreo unos límites de concreción para el pensamiento.

Buscando una significación amplia y a la vez restringida de lo corporal, la filosofía contemporánea (Deleuze y Guattari, Sloterdijk) ha particularizado esa reflexión analizando uno de los elementos más significativos como lo es el rostro, en palabras de Le Bretón “la parte más individualizada, más singular”.

Así el arte contemporáneo puede ponerse en relación con ciertas preocupaciones antropológicas en torno al tema de la representación, tanto la de “sí mismo” como la del “radical otro”. Esta tensión entre identidad y alteridad es lo que Sloterdijk denomina “espacio interfacial” o esfera sensible de proximidad bipolar de rostros.

Esta relación, cara a cara, es para Lévinas una relación ética originaria, fundante de la afectividad y que se expresa a través de la imagen. El rostro, y en particular la mirada, según Lévinas, es el principio de la conciencia emotiva, pues la identidad sólo se puede constituir a partir de la mirada del otro.

Por ello, el ser humano no puede entenderse ni ser entendido sino en una compleja red de relaciones, constituidas por miradas que se entrecruzan con otras, en un entorno amueblado por signos identitarios de diverso origen y registro, por la fisonomía del rostro, por el acento de un gesto facial.

El rostro actúa como pantalla que permite visualizar la experiencia interna que se va transformando de acuerdo y en paralelo a nuestras vivencias. Es el mejor suministro de las primeras impresiones y emociones (las que cuentan) en la presentación cotidiana de la persona.

La pintura de Santiago Ydáñez nace desde el sentimiento y expresa contenidas emociones. Sentimiento y pasión en un proceso pictórico vertiginoso, audaz, de impactante resultado final.

Emoción primaria buscada a través del rostro, propio o ajeno, y también, simultáneamente, emoción contenida al cubrir el rostro, que después fotografía, de una máscara de crema de afeitar tratando de ocultar parcialmente la identidad en un ejercicio de autoprotección de la intimidad.

La emoción se contiene, se esconde tras la sutil máscara.

Fabbri entiende por ello que hay dos rostros: el de las emociones preestablecidas y el de la categoría simbólica e intensiva de las pasiones. Para afirmar seguidamente: “nuestra cultura usa el primero para enmascarar el segundo al que cubre de disfraces y capuchas.”

En ese doble juego de mostrar y ocultar a un tiempo, los rostros y las máscaras de Santiago Ydáñez provocan en el espectador el autoreconocimiento en gestos y muecas que son expresiones de la propia identidad.

Porque como mantiene Agamben el rostro es un “afuera” que actúa como umbral de la desapropiación y des-identificación de todas las cualidades y que sólo a través de él se hacen comunicables.

Comunicación de emociones a través de rostros pintados desde el sentimiento. Otro modo de comunicarse con el semejante en una sociedad saturada de información vacía e inútil pero carente de emoción esencial.

FUNDACIÓN CHIRIVELLA SORIANO

Palacio de Joan de Valeriola
Valeriola, 13. 46001-Valencia
www.chirivellasoriano.org

 

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